jueves, 1 de julio de 2010

Genipa shipibo

En el pueblo de Cumancaya creció un árbol encantado. Cuando el Sol brilló con toda su fuerza (fines del verano) los frutos del árbol reventaron y las semillas cayeron al agua de la cocha, por debajo del árbol, donde las gamitadas (peces) se las comieron.

En poco tiempo los peces comenzaron a volar como aves. La gente se quedó admirada y quisieron emularlos. Tomaron las hojas del árbol y sacaron el jugo; rociaron el liquido por todos los linderos del pueblo; -'vamos a ver que va a pasar', dijo la gente, y se adormecieron.
El pueblo entero amaneció inclinado porque empezaba a levantarse. Continúo la lenta ascensión hasta que el pueblo entero fue volando por los aires pero no llegaron al mundo-cielo como esperaban; desde lo alto bajaron a tierra con un ruido estrepitoso en el bajo Ucayali, dando forma al cerro de Canchahuaya. Cayeron con tanta fuerza que toda la cerámica se rompió en pedacitos.

Para que un árbol sea considerado el Árbol de la Vida por un pueblo, ha de reunir los tres requisitos:
- alimentar al pueblo u otorgarle algún tipo de beneficio material;
- alimentar los sentimientos siendo representativo del territorio que ocupa la nación;
- ser espiritualmente motivador.
Un árbol que está presente en todo el territorio puede ser considerado avatar del Dios, y de este modo llevar el ojo que todo lo ve; porque sea quién sea el Dios, y aún si no se cree en él, de todos modos Él todo lo ve.

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